It's September and all the vineyard flies are out and about and that reminded us of this poem. We once translated these verses for a kind reader to whom they are dedicated. Of them it is said that the opening line is a masterpiece in itself. This poem is also masterly in that it teaches us not to let ourselves be fooled by the praise of false flatterers who in truth do not wish us well. Read and learn.
Es septiembre y las moscas de los viñedos están incordiando por todas partes y eso nos ha recordado esta poesía. Tradujimos estos versos para un amable lector y a él quedan dedicados. De estos versos se dice que la primera línea es en si una obra maestra. También es maestra esta poesía pues enseña a no dejarse engañar por falsos aduladores que en realidad nos quieren mal. Leed y aprended.
The Spider and the Fly by Mary Howitt
“Will you walk into my parlour?” said the Spider to the Fly,
“’Tis the prettiest little parlour that ever you did spy;
The way into my parlour is up a winding stair,
And I have many curious things to shew when you are there.”
“Oh no, no,” said the little Fly, “ to ask me is in vain,
For who goes up your winding stair can ne’er come down again.”
“I’m sure you must be weary, dear, with soaring up so high;
Will you rest upon my little bed?” said the Spider to the Fly.
“There are pretty curtains drawn around; the sheets are fine and
thin,
And if you like to rest awhile, I’ll snugly tuck you in.”
“Oh no, no,” said the little Fly, “for I’ve often heard it said,
They never, never wake again, who sleep upon your bed!”
Said the cunning Spider to the Fly, “Dear friend, what can I do,
To prove the warm affection I’ve always felt for you?
I have within my pantry good store of all that’s nice;
I’m sure you’re very welcome – will you please to take a slice?”
“Oh no, no,”said the little Fly, “kind sir, that cannot be,
I’ve heard what’s in your pantry, and I do not wish to see!”
“Sweet creature!” said the Spider, “you’re witty and you’re wise,
How handsome are your gauzy wings, how brilliand are your eyes!
I’ve a little looking-glass upon my parlour shelf.
If you’ll step in one moment, dear, you shall behold yourself.”
“I thank you gentle sir,” she said, “for what you’re pleased to say,
And bidding you good morning now, I’ll call another day.”
The Spider turned him round about and went into his den,
For well he knew the silly Fly would soon come back again:
So he wove a subtle web, in a little corner sly,
And he set his table ready, to dine upon the Fly.
Then he came out to his door again, and merrily did sing,
“Come hither, hither, pretty Fly, with the pearl and silver wing;
Your robes are green and purple – there’s a crest upon your head;
Your eyes are like the diamond bright, but mine are dull as lead!”
Alas, alas! how very soon this silly little Fly,
Hearing his wily flattering words came slowly flitting by;
With buzzing wing she hung aloft, then near and nearer dres,
Thinking only of her brilliant eyes, and green and purple hue-
Thinking only of her crested head- poor foolish thing! At last,
Up jumped the cunning Spider and fiercely held her fast.
He dragged her up his winding stair, into his dismal den,
Within his little parlour – but she ne’er cameo ut again!
And now, dear little children, who may these story read,
To idle, silly flattering words, I pray you ne’er give heed:
Unto an evil consellor, close heart and ear and eye,
And take a lesson from this tale of the Spider and the Fly.
LA NEGRA HISTORIA DE LA ARAÑA Y LA MOSCA por Mary Howitt
“¿Pasas a mi salón?” invitó la araña a la mosca.
“Mi salita es muy cuca, mona, fina y nada tosca.
Se sube por una escalera, que es de caracol.
Arriba tengo curiosidades cual ninguna bajo el sol."
“Uy, no,” dijo la mosquita, “no te molestes en pedirme esto,
Que sé que el que sube no baja, y me resisto por eso.”
“Pero si debes estar cansada de tanto revolotear,
Arriba en mi camita, bien podrías descansar.
Tiene cortinas de gasa, sábanas de fina seda,
Quien se acuesta enseguida bien dormidito se queda.”
“¡Uy, que no!” dijo la mosca. “Porque tal es tu fama,
“que dicen que no despierta quien se acuesta en esa cama.”
“Amiguita,” dijo la araña, “¿que podría yo hacer
Para que el afecto que te tengo tú llegases a entender?
Tengo en mi despensa toda clase de viandas ricas,
Convidarte a picar quisiera. ¿Picas o no picas?”
“¡Pero que no!” dijo la mosca. “Señorito, es usted muy amable,
Pero con lo que hay en su despensa yo prefiero no empacharme.”
“Dulce mosquita,” dijo la araña, “eres lista y graciosa.
Tus alas son más bellas que las de cualquier mariposa.
¡Tus ojazos como brillan! No lo digo por halagar,
Si entrases en mi casa lo podrías comprobar,
Pues tengo un gran espejo en el que te podrías mirar.”
“Gracias mil, gentil caballero, pero me tengo que marchar.
Puede que vuelva otro día. Me lo tengo que pensar.”
La araña dio media vuelta y entró en su hogar.
Tejió una sutil tela y puso la mesa para cenar.
Volvió a salir a la puerta y comenzó a cantar,
“¡Vuela para acá, linda mosca, con tus alas de plata y perlas,
Y tus ropas moradas y verdes! ¡Acércate para verlas!
¡Tus ojos son como diamantes! Los míos, muchos, pero plomizos.
En tu cabecita hay una cresta, más bonita que mil rizos.”
¡Ay, pobre mosca! Qué tonta fue, pues la pobre sólo pensó,
En ver lo hermosa que era, y revoloteando y dudando, demasiado se acercó.
La araña lo tenía pensado, y dos veces no lo pensó,
Antes de tirarse ferozmente a la mosca. Desprevenida la pilló.
Cual fiera por la escalera de caracol la arrastró,
Y trepando por las espirales en su mala morada la metió.
Ni que decir tiene que de allí la mosquita… jamás salió.
Pero, queridos niños, de esta tragedia algo hay que aprender,
A necios cumplidos, cerrad los oídos, pues nunca hay que atender
A las lisonjas de los malvados que nos quieren así perder.
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