English/Spanish blog from somewhere in La Mancha / Blog en inglés y español de un lugar de La Mancha
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Saturday, 10 July 2021
The Birthdaymython / El Cumplemitón
Friday, 23 April 2021
Book Day 2021 / Día del Libro 2021
Beli y Bela, de las hadas azules del Bosque Triturado, os desean un muy feliz Día del Libro hoy.
And on this special occasion they invite you to browse through Tales of a Minced Forest, the book version of the Toora Chronicles Dialogues. Click here https://talesofamincedforest.blogspot.com/ to read in English. Since the blogroll only admitted a certain number of chapters published in one month, please go to the searcher above right and write the number of the chapter you wish to see. It should appear immediately. On the main page there is a table of contents with the names and numbers of all the chapters.
Y os invitan a pasear por los Cuentos de un Bosque Triturado, que es la versión novelada de los diálogos de las Crónicas Toora. Pinchar aquí https://cuentosdelbosquetriturado.blogspot.com/ para leer el libro en español. Como el archivo del blog solo admitía un número concreto de capítulos en un mes, por favor acudan al buscador arriba a la derecha y escriban el número del capítulo que quieran ver. Debería aparecer inmediatamente. En la página principal hay un índice con los nombres y números de todos los capítulos.
Monday, 15 February 2021
La Triste Suerte de un Feminista
This post is published here only in Spanish. / Esta entrada sólo se ha publicado en español.
Queridos R. y
V.,
Os dedico esta
carta debido a un disgusto que me llevé la última vez que hablamos.
En Londres, a mediados del siglo XVIII, había un editor e impresor que a sus cincuenta y un años decidió escribir una novela. Al Sr. Samuel Richardson le gustaban las mujeres. No es que fuese un pendón ni nada de eso. Todo lo contrario. Es que le gustaba escucharlas y aconsejarlas. También le gustaba escribir, sobre todo cartas y notas. De niño se sentaba en la cocina y escuchaba las conversaciones de las sirvientas. Con el tiempo se dedicó a prestar una mano a las que eran analfabetas escribiendo para ellas las cartas que estas querían mandar a sus familias, pues la mayoría de estas chicas procedían del campo y se habían mudado a la ciudad para encontrar trabajo. Debido a la atención que prestaba a estas mujeres Richardson llegó a conocer muy bien sus preocupaciones y problemas, y lo que aprendió de ellas quedó plasmado en un bestseller titulado Pamela, o la virtud recompensada.
Esta novela
epistolar trata de una muchacha buena y hermosa que sirve en casa de un joven
apuesto y acomodado. Él se enamora
locamente de ella pero no la quiere como esposa porque no es de su clase
social. El señorito hará todo lo posible para convertir a la criada en su
mantenida, pero la muchacha se resiste como una campeona y al final de una
historia truculenta el señorito es el que cede, desiste de emplear malas
artes para seducir a su amada y se casa
con ella. La virtud de Pamela queda reconocida y premiada. La joven es aceptada
en la alta sociedad.
El exitazo de Pamela empezó a preocupar a otras mujeres que Richardson conocía. Se trataba de mujeres privilegiadas que tenían tiempo para dedicarse al arte y a la literatura y algunas incluso a mejorar la suerte de las mujeres en general. Algunas de estas señoras se reunían tarde por la tarde para tomar el té y otros refrescos e invitaban a algunos caballeros para que las ilustrasen sobre temas culturales y religiosos. No tenían acceso a las universidades ni a otros centros de enseñanza superior y esa era una manera de conseguir que “una mujer de cuarenta años no fuese más ignorante que un niño de doce.”
Quizás el más
famoso de estos grupos era el llamado Club de las Medias Azules. Por aquel entonces tanto los hombres como las
mujeres llevaban medias de seda blanca o
negra cuando asistían a eventos formales. Para quehaceres más cotidianos
utilizaban medias azules de hilo de lana porque eran más económicas. El Sr. Benjamín
Stillingfleet era un botánico de renombre que no tenía dinero para medias caras.
Le tocaba asistir a los salones de estas señoras con medias azules, y algunas
se solidarizaron con él vistiendo de manera informal y llevando también medias
celestes. De ahí el nombre del club, y hasta hoy la palabra bluestocking aparece en los diccionarios
ingleses y se aplica a mujeres doctas y/o sabihondas.
Bien, pues el
Sr. Richardson tuvo que escribir una segunda novela para tranquilizar a
aquellas personas que temían que las sirvientas y los señoritos siguiesen todos el ejemplo de Pamela y su flamante
esposo y las señoritas de postín se
quedasen sin maridos. También había que tranquilizar a los que pensaban que unas cuantas lectoras
ingenuas e ilusionadas podrían caer en
las redes de sinvergüenzas creyendo que estos al final valorarían su virtud y se
casarían con ellas. Así fue como el Sr.
Richardson escribió su obra maestra, Clarissa
Harlowe, o la historia de una joven dama. Esta enorme novela epistolar que consta de 537 cartas, algunas larguísimas,
y una conclusión de varias páginas, es uno de los hitos de la literatura
feminista.
Clarissa es una joven sin par, bella, buena,
juiciosa e inteligente. Pertenece a una
familia burguesa que ha logrado multiplicar la fortuna familiar gracias al trabajo duro y productivo. El
abuelo de Clarissa está tan orgulloso de su nieta que la nombra su única
heredera, pasando de sus otros nietos. Clarissa inmediatamente cede toda la
herencia a su padre, pidiéndole a este que la administre como él vea oportuno,
entregándola a ella solo lo que necesite para atender a las caridades y buenas
obras que ella acostumbra a realizar. A pesar de este gesto, su hermana y hermano se sienten ofendidos.
Ellos pueden heredar buenas sumas de su padre y de unos tíos que han
permanecido solteros para no tener que repartir su dinero entre muchos
descendientes y así mejorar las posibilidades de que algún miembro de la
familia llegue a penetrar en las más altas esferas sociales por medio de una
buena boda. Pero los celos y la envidia están a punto de estallar.
Un joven
aristócrata pagado de sí mismo al que nadie se atreve a toser escucha cantar
las excelencias de Clarissa y decide que por ser esta la mejor de las mujeres
en el mercado matrimonial es la que él se merece. La posición social y situación económica de Robert Lovelace es exactamente aquella
que buscan los Harlowe para poder trepar.
Pero el emisario que manda Lovelace a pedir la mano de la Señorita Harlowe
comete un error. No aclara a cuál de las dos hermanas se refiere y Lovelace
acaba prometido a la hermana equivocada. Lovelace consigue manipular a la hermana de
Clarissa de manera que esta rompe el compromiso aún sin querer hacerlo. Cuando
procede a pedir la mano de la mujer que realmente le interesa, los hermanos de
Clarissa, muertos de celos y envidia, deciden impedir esta boda. El joven
Harlowe provoca a Lovelace, que no tiene otra alternativa que defenderse. Se baten, y Lovelace consigue derrotar a
Harlowe sin matarle, pero el hermano de Clarissa se siente humillado. Los Harlowe se dejan llevar por la ira y
buscan rápidamente otro pretendiente para Clarissa. Se trata de un hombre muy rico
pero repulsivo, un ser inferior en todo menos en cuanto a su fortuna, que es
tan tonto que ni se da cuenta del peligro que corre, ya que Lovelace ha dejado
claro que si Clarissa no es para él, va a matar a su hermano y a cualquiera que
se atreva a arrimarse a ella.
La pobre
Clarissa siempre había dicho que ella estaba dispuesta a someterse a su marido
como mandaba la ley en esa época, pero que por eso mismo nunca podría casarse
con un hombre que no fuese moralmente superior a ella. Su nuevo pretendiente claramente no lo es, puesto que está dispuesto a forzar a una mujer
que no le quiere a casarse con él, cosa que no haría ningún hombre decente.
Clarissa se niega a aceptar a su nuevo pretendiente como marido.
La familia
Harlowe comienza a maltratar y a acosar a Clarissa hasta que esta ve que la única salida que tiene es
fugarse de su hogar. Su mejor amiga está
dispuesta a darla cobijo, pero la madre de esa chica se niega a interferir en
una pelea familiar. En Inglaterra, un padre no podía obligar a una hija a
casarse en contra de su voluntad. Pero no tenía que seguir manteniendo a un
hijo o hija que no le obedeciese. Clarissa había cedido su fortuna y no tenía medios para
sobrevivir por su cuenta. Lovelace consigue
convencerla de que la llevará a casa de las mujeres de su familia y podrá vivir
bajo la protección de estas hasta que los Harlowe entren en razón y accedan a
que él se case con Clarissa. La pobre Clarissa acepta esta propuesta como el
menor de dos males y Lovelace consigue sacarla de la prisión en la que se ha
convertido el hogar de los Harlowe.
Hasta aquí
parece haber una solución para el problema de Clarissa, pero resulta que
Lovelace es un enfermo que no sabe lo que quiere. En lugar de situar a Clarissa
bajo la protección de su familia, se dedica a atormentarla, supuestamente para
ver hasta donde aguanta su virtud. Si Clarissa se deja seducir, él no se casará
con ella. Si no se deja seducir, seguirá atormentándola para ver lo que aguanta.
A la pobre Clarissa no la queda otra que morirse de pena y eso es lo que hace tras
unas dos mil páginas de crueldad mental y finalmente física.
Los lectores estaban indignados. El impacto psicológico que causó esta novela contribuyó a que las mujeres no fuesen vistas como meros apéndices de un marido, padre, o hermano. Empezaron a ser vistas como entes autónomos cuyas mentes merecían ser cultivadas. El hermano, el padre, los pretendientes de Clarissa y la legislación vigente habían dejado al patriarcado a la altura del betún, y el Sr. Richardson tuvo que escribir una tercera novela para demostrar que había hombres buenos.
La Historia de Sir Charles Grandison nos presenta a un hombre modélico, un perfecto caballero. Grandison es un pacifista que respeta a los demás
y cumple con las normas sociales siempre que es moralmente posible. Es tan tolerante que hasta casi se casa con
una católica italiana. No puede
renunciar a su religión, pero está dispuesto a que la extranjera conserve la
suya y propone que los hijos varones de
este matrimonio sean criados como protestantes y las hijas sigan la religión de
su madre. Cuando la italiana renuncia a
Grandison para no ofender a sus padres, que se niegan a dar su consentimiento a
este matrimonio, Grandison queda libre
para casarse con una inglesa que ha rescatado de las garras de un sinvergüenza
al que acaba civilizando con su ejemplo.
Aunque de
Pamela se burló mucha gente, y muchos llamaron a Grandison un mojigato del primer
agua, Clarissa pudo vencer a los críticos que intentaron desprestigiarla. Entre sus defensores destacó Terry Eagleton,
por ejemplo, con un ensayo muy interesante.
Y por todo esto,
queridos R. y V., yo me llevé un
disgusto al escuchar que conocíais a Pamela de una película de dudoso gusto y de
nada más. El Sr. Richardson se revolvería en su tumba de saber esto. Y sus amigas de las cocinas y de las medias azules también. De ahí esta carta, que termino citando las primeras cuatro líneas de
unos versos que sobre este autor escribió la feminista Elizabeth Carter.
“Si alguna vez
la benevolencia fue apreciada, si en algún momento la sabiduría fue
sinceramente estimada, o pudo la válida imaginación atraer profunda atención, acérquense
con respeto a las cenizas de Richardson.”
Con más cariño
que indignación, se despide M.
P.D.: Para los que tengan paciencia con el siglo XVIII y algo de tiempo disponible, hay por lo menos otro DVD basado en la obra de Richardson que sí se puede recomendar aquí, y así lo hago.
Sunday, 15 November 2020
Little Women: Ambition and /or Benevolence
The magazine SpeakUp, which has been of use to me on many occasions, published this September an issue accompanied by a DVD of Greta Gerwig’s film versión of Little Women. It is to be supposed that this DVD will be used in more than one classroom this season. Although the film is visually beautiful and I share its director’s love for Louisa May Alcott’s work, I believe it will not be easy to follow and understand by those who have not read the novel previously. The script, nominated for an Oscar, leaps merrirly – and dizziingly - from one period in the lives of the novel’s heroines to another. Scenes in which the girls are grown women are followed by scenes from the past, when they were still children. The fact that the same actresses interpret these characters all the while, only adds to the confusion. Only true fans of the novel can appreciate what has been done with it in this film. More than the little guidebook the magazine provides to explain the film will be needed for a neophyte to grasp what´s happening. By the way, I have spotted a mistake in page 6 of the guidebook, where it says that the male protagonist lives with his uncle. This is not so. He lives with his grandfather. There is no uncle whatsoever. I repeat that the magazine has been useful to me. It is not my intention to criticize it. It is that this is a special occasion.
I publish this
post precisely because I wish to give some keys that can help explain the film
or even the novel in the classroom, and also because the 29th of November is
Louisa May Alcott’s 188th birthday.
INTERPRETATIONS:
Like all good
literature, Alcott’s novel about four sisters who grow up in liberty but with
ethics admits diverse interpretations.
The different films and plays and even
the musical that have adapted this novel have stressed one or another aspect of
this work. Thus, the movie version filmed in 1933 emphasized the precarious financial situation
of the March family, so audiences that were sufferning the Great Depression
could relate to the characters. The 1949 film instead, and due to the
Second World War, stressed the importance of sacrifice and effort to be made
when there is a war to be won. In the case of Little Women, this was the
American Civil War, also known as the War Between the States, depending on
which side you were on, North or South. The 1994 film focused on how talented
and creative the sisters were and how they wished to fulfill their dreams in a
world in which women had few possibilities beyond a convenient marriage or a
badly paid job in primary education. And
the 2019 film, which is the version that concerns us here, carries this need to
triumph as far as it can and maybe further.
To understand
what the 2019 film has done with the novel it is necessary to understand each
of the members of the March family as well as the book’s minor characters.
THE OLDER FOLKS
Mr. March is an
idealist and an activist who is fighting for the abolition of slavery. He
spends the greater part of the novel at the front. He writes inspiring letters
to his daughters encouraging them to be good but also effective. He is one of
those people who, in their wish to favor the underpriviledged, give even more
than what they have. This is why his family is not as well off as their friends
and neighbors.
Mrs. March has to see
to everything her husband has no time for. It is clear her daughters will not
be rich heiresses who can easily catch a husband. They will have to make their
own way in the world and their mother prepares them to do this with dignity.
Mrs. March does not only look after her own family. She also sees to the
Hummels, a family of very poor immigrants. She and her daughters deprive
themselves of the few fancies and caprices they can afford to benefit the
Hummels.
Aunt March is rich.
And she means to keep being so. Which is why she hardly ever helps anyone. She
considers her nephew, Mr. March, a dreamer. The little help she offers her
family consists mostly of hiring one of the girls to keep her company.
Mr. Lawrence, the
March family’s neighbour and the grandfather of the girls’ best friend, is also wealthy. More sentimental than Aunt
March, he is kind to the girls, treating
them to delicious party food and allowing them the use of his piano and art
gallery. When the March family has serious problems, he comes to their aid.
Hannah, Mrs. March’s
faithful servant, looks after the girls like a second mother, especially when
Mrs. March is away. Hannah also helps the girls care for the Hummels.
THE SISTERS AND THE MORAL PAP
Louisa May
Alcott humbly said that the many books she wrote for children were only moral
pap. However, in this pap is also the grandeur of her work. In the 19th century
there were people who wanted to be good. And in fact, that is what Little Women is about. Four little girls
who wanted to be good. They did not only ambition material success.
In order to
progress and become better persons, each of the four sisters identifies what
she considers to be her worst defect. Throughout the novel, they will try to
overcome these defects.
Meg, the eldest sister,
finds vanity to be her weakness. Many readers feel that Meg is the least
interesting of the sisters. I have heard some consider her a born loser. But
the truth is that Meg cannot be easily understood by those who are not as
sensitive as she is. Meg is not really as vain as she thinks she is. In truth,
she is attracted to beauty. At first this attraction appears as an urge to own
lovely clothes and trinkets. But it grows into something else. Meg is not very
ambitious. She doesn’t need to triumph and be famous. In a chapter where the
girls and their friend discuss their dreams, Meg says all she wants is a
beautiful home full of pleasant people. Her loyalty to her father and his
ideals and her ability to see what is beautiful lead her to a marriage that
dooms her to a life of relative poverty. Meg marries a poor man because she
realizes that he is morally superior to her other, wealthier beaus. And more beautiful on the inside.
Jo thinks that wrath
is her worst sin. She is hotheaded and angers easily and this often has unhappy
consequences. Jo is aware that as a woman she has few possibilities to get ahead
in a world designed for men. She would love to join the army and fight in the
war and even considers disguising herself to do it. Jo does dream of fame and
success as a writer, but she wants this also because she wishes to help her
family. Jo not only earns a little money for her family as Aunt March’s
lady-in-waiting. She also gets to publish a truculent story or two in the kind
of press sensation lovers read. Alcott
wished this character to remain single, but her editors put pressure on her and
she had to find Jo a husband. In Little Men, one of Little Women’s sequels, we find Jo running a very special
school for children with her husband.
Beth is pathologically shy.
She has to overcome her shyness to be able to function in society. When Mr.
Lawrence gifts Beth with a piano that belonged to his departed daughter, Beth,
in gratitude, dares to embroider a pair of slippers for him. This is quite an
achievement for a girl like her. But though the idea of going to a party
terrifies her, Beth is able to see to the needy. While caring for the Hummels,
Beth catches a disease that mines her health and eventually exposes her to
tuberculosis. Beth dies, leaving a huge gap in the family.
Amy, according to
almost everyone, is selfish. In truth, she is more practical than selfish. She
wishes to become a great artist, but when she finds that she is not as good a
painter as she would like to be, she decides to opt for a fine marriage. Amy is
the favorite of competitive readers, because by the end of the novel she seems
to be the winner among the sisters, obtaining both love and wealth. But Amy does not obtain love until she runs a
risk. She puts her heart before her desire for riches and says no to a very,
very wealthy suitor she does not love. Her reward is to marry everyone’s
favorite boy, who is also conviniently rich, though not as much as her rejected
suitor.
THE HUSBANDS
Theodore Lawrence, Laurie to his
friends and Teddy to Jo, is the male hero of this novel. An orphan who lives
with his rich grandfather, he observes his little neighbours from a distance until the bravest of them
dares to speak to him. Although he becomes Jo’s dearest friend, Laurie has his
moment with each of the March girls. Meg coincides with him at a fashionable
party where they get to discuss vanity.
Timid Beth admires his vitality and sighs wishing she could be like him. Jo
hears her sighing and thinks Beth is in love. She rejects Laurie’s advances
hoping this will give Beth a chance with him. But it is Amy who gets to marry
him. Some people say that Laurie marries Amy because he wants to form part of
the March family, having none of his own. But the avid reader of fairy tales
will think differently. In one chapter, Laurie is a hero who saves Amy from
drowning in a lake. In another, Amy has been sent to live with Aunt March so
she will not catch the scarlet fever from Beth. Laurie promises to make the
time she spends there less difficult by visiting her regularly. And, like a
true gentleman, he keeps his word faifthfully. Though he does not notice this
till the end of the book, Amy always brings out the best in Laurie.
John Brooke is Laurie’s
tutor. Very well educated and gentle, but also very poor. He falls in love with
Meg as soon as he sees her, but she does not respond at once. Brooke is present
during many of the young people’s outings, and it is there that Meg notices how
much better a man John is than her other friends. Brooke also accompanies Mrs.
March to the front when her husband is ill and has to be seen to. The March
family is very grateful to John for this and he becomes a good friend of the
family. But Meg only decides to accept his proposition when Aunt March warns
her not to marry this penniless man
because she will be miserable all her life. Meg defies her aunt, but unfortunately,
Aunt March’s warning proves to be true. Though John works very hard, struggling to support a growing
family, he dies young, leaving Meg a widow with three children. From then on Meg has to depend on others for
help. In the sequels Little Men and Jo’s Boys, all the members of the March family are
unanimous in their praise of the departed John. Even the younger generation
considers him the best of the men in the family. But when Daisy, Meg and John’s
daughter, decides to marry an orphan who means to earn his living playing the
violin, Meg does not easily grant her blessing. I cannot help complaining here
that the character of John Brooke was treated miserably in the 1994 film. He
appeared to be a fatuous man who even dressed extravagantly when poor John
hardly had enough to buy himself a new coat when his old one needed to be
recycled.
Frederick
Bhaer is another well educated and cultured good man who lacks a fortune. His lot
improves when he marries Jo, for Aunt March leaves her a grand estate in her will. This is Plumfield, where the couple found a school together. Though Alcott’s Bhaer reminds one of Santa
Claus, being older, benevolent, bearded, cheerful and German with an accent, films
usually represent him as an attractive and interesting foreigner. In the novel
this man always supports Jo and in the sequels they become a successful team of
co-workers. But the 2019 film gives no
importance to this complicity so as to
highlight Jo’s independent character.
THE PROTESTANT WORK ETHIC AND THE CATHOLIC MAID
The ambition
that drives the little women to succed in this world, so much admired today, is
nothing but a manifestation of the Protestant Work Ethic. One must work hard
and strive to be successful here and now to be able to enter Heaven later. The
March family was Protestant and they took religion very seriously. I will now
mention what is probably the second most read book by Protestants after the
Bible and its influence on Louisa.
The Pilgrim’s Progress was written by John Bunyan and published for the first time in 1678. It is an allegorical novel in which a man named Christian abandons his home to try and find the way to Heaven. This pligrim makes it to his destination, but not before visiting many dangerous places and meeting many conflictive beings that could have impeded him from attaining his goal. At least four of the chapters of Little Women bear titles that are inspired by Bunyan’s book. These chapters are:
Chapter 6 –
Beth Finds the Palace Beautiful
Chapter 7 –
Amy’s Valley of Humiliation
Chapter 8 – Jo
Meets Apollyon
Chapter 9 –
Meg Goes to Vanity Fair.
Bunyan’s work,
so important for Protestants, is little known among Catholics because in it one
of the beings that menaces Christian’s salvation is the Bishop of Rome himself.
But when Louisa May Alcott wrote her own novel, times had changed a little and
the hostility between Papists and Protestants was not as virulent as in the
17th century.
In fact, one
of the characters of Little Women is Esther, Aunt March’s French maid. Esther
is both French and a Catholic, and during Amy’s stance at Aunt March’s, she
explains to this girl that the rosary is not a necklace but a n instrument to
aid in prayer. Esther creates a small chapel in a closet and there, before an
image of the Blessed Mother, Amy, though she does not dare to employ the beads,
finds comfort in praying for the recovery of her sister. In this way, Alcott’s
novel does more than one might think for the cause of peace by placing
the goodness there is in ordinary people over the struggle of leaders
for religious power.
I hope these
notes will not be only considered anachronistic, and may help to comprehend
Alcott’s work as well as world history a little better. May they also serve as a reminder that
goodness also counts.
Friday, 6 November 2020
Mujercitas: Ambición y /o Bondad
La revista SpeakUp, que me ha sido de
utilidad en muchas ocasiones, sacó en septiembre un número que iba acompañado
de un DVD con la película Little Women (Mujercitas), versión de
Greta Gerwig. Es de suponer que este DVD se utilizará en más de un aula. Aunque
la película es visualmente hermosa y comparto el amor de su directora por la
obra de Louisa May Alcott, creo que no es fácil de seguir y de entender para
quienes no hayan leído previamente la novela. El guion, nominado a un Óscar, salta alegremente de un
período a otro en la vida de las protagonistas. Escenas en las que estas ya
son mujeres, van seguidas sin más de escenas de su niñez de forma mareante, sobre
todo por ser las actrices las mismas en toda la película. Sólo forofos de la
novela pueden apreciar lo que está pasando y lo que se ha hecho con la obra. Va
a hacer falta algo más que el librito guía que ofrece la revista para que un
neófito se aclare. Por cierto, he detectado un error en la página 6 de la guía, donde se dice que el protagonista
masculino vive con su tío. No es cierto. Este chico vive con su abuelo. No hay
ningún tío por ninguna parte. Repito que la revista me ha sido muy útil muchas
veces. Esta es una ocasión algo especial.
Publico esta entrada precisamente para dar algunas claves que puedan ayudar a explicar la película o incluso la novela en el aula, y también porque el día 29 de este mes de noviembre Louisa May Alcott cumple 188 años.
INTERPRETACIONES
Como toda buena obra, la novela de
Louisa May Alcott sobre cuatro hermanas que crecen con ética pero en libertad,
admite interpretaciones diversas. Las distintas películas y obras teatrales e
incluso el musical que la han adaptado han dado más importancia a un aspecto u
otro de la novela. Así, la película filmada en 1933, debido a la Gran
Depresión, pone énfasis en la precaria situación económica de la familia March.
En cambio, la película de 1949, debido a la Segunda Guerra Mundial, recalca el sacrificio y el esfuerzo que hay que hacer cuando hay una guerra que
ganar, en el caso de Mujercitas la guerra civil norteamericana. El film de 1994
pone el acento en lo inteligentes y creativas que son las hermanitas March y en
como desean salir adelante y cumplir sus sueños en un mundo en el que las
mujeres tienen pocas posibilidades aparte de un matrimonio de conveniencia o un
trabajo mal pagado en la primera enseñanza. La película de 2019, que es la que
nos concierne aquí, lleva esta necesidad de hacerse valer mucho más lejos.
Para entender mejor lo que el film
del 2019 ha hecho con la novela, hay que entender a cada uno de los miembros de
la familia March.
LOS MAYORES
El Sr. March es un idealista y un
activista que lucha por la abolición de la esclavitud. Se pasa la mayor parte
de la novela en el frente. Escribe cartas a sus hijas instándolas a ser buenas
pero también efectivas. Es de esas personas que en su afán por ayudar a los
desfavorecidos dan incluso más de lo que tienen, por lo que los apuros
económicos son algo frecuente en su hogar.
La Señora March tiene que ocuparse de
todo aquello para lo que no tiene tiempo su marido. Está claro que sus hijas no
van a ser ricas herederas. Tendrán que salir adelante por sí mismas. De hecho,
las dos mayores, a pesar de ser adolescentes, ya trabajan y contribuyen a la
economía familiar. Pero las March no
sólo cuidan de sí mismas. Se ocupan también de una familia de indigentes, los
Hummel, privándose de los escasos caprichos que podrían tener para mejorar la
suerte de unos niños hambrientos y
enfermos.
La Tía March es rica. Y quiere seguir
siéndolo. Por eso apenas ayuda a nadie. Considera a su sobrino, el Sr. March un
iluso. La poca ayuda que da a sus parientes consiste básicamente en emplear a
una de las niñas como señorita de compañía.
El Sr. Lawrence, vecino de la familia March y abuelo del amigo del alma de las niñas, también es rico. Más sentimental que la Tía March, de vez en cuando tiene bonitos detalles con las chiquillas y presta también ayuda a la familia cuando las cosas se ponen feas.
Hannah, la fiel sirvienta y amiga de la Señora March, cuida de las niñas como si fuesen sus hijas y las acompaña cuando van a socorrer a la familia Hummel.
LAS HERMANAS Y LA PAPILLA MORAL
Louisa May Alcott restaba
humildemente importancia a los muchos libros para jóvenes que escribía diciendo
que su obra era papilla moral. Sin embargo, en esa papilla está también la grandeza
de su obra. En el siglo XIX había gente
que quería ser buena. Y en realidad de eso va Mujercitas, de cuatro niñas que
querían ser buenas. No solo ambicionaban triunfos materiales.
Para poder progresar y mejorar como
personas, las cuatro hermanas identifican cada una el que consideran el mayor
de sus defectos y a lo largo de la obra intentan vencerlos.
Meg (Margarita) la hermana mayor, señala
la vanidad como su defecto. Muchos lectores piensan que es la más deslavada de
las hermanas. Pero en realidad no es así. Este personaje simplemente es más
difícil de entender para aquellos que carecen de una sensibilidad como la de Meg.
En realidad, Meg no es vanidosa. Es que siente verdadera atracción por la
belleza. Al principio esta atracción se
manifiesta en un afán por poseer cosas bonitas. En un capítulo de la novela,
las chicas hablan de sus sueños. Meg no es muy ambiciosa. No pide destacar. No
quiere fama ni grandeza. Quiere un hogar muy bello lleno de personas amables.
Su lealtad para con las ideas de su padre y su facilidad para ver lo bueno que
hay en los demás la lleva a un matrimonio que la condena a una vida de
privaciones. Meg se casa con un hombre pobre porque se da cuenta de que es más
bello por dentro que sus pretendientes
ricos.
Jo (Josefina) piensa que la ira es su
pecado capital. Se indigna fácilmente, y esto trae malas consecuencias. Por lo
demás, Jo es consciente de que como mujer sus posibilidades son muy limitadas.
Daría cualquier cosa para poder alistarse e ir a pelear en la guerra y hasta
considera disfrazarse de hombre para poder hacerlo. Ella sí sueña con ser famosa y triunfar como
escritora, pero sobre todo para poder ayudar a su familia. Además de trabajar
como señorita de compañía para la Tía March, con la que choca continuamente por
su espontaneidad y brusquedad, Jo hace
sus pinitos como escritora vendiendo historietas de aventuras truculentas, muy
del gusto de la época, a la prensa amarilla. La autora de la obra quiso que
este personaje permaneciese soltera, pero sus editores la presionaron y no hubo
más remedio que encontrarle un marido a esta chica. En Hombrecitos, una de las secuelas de mujercitas, encontramos a Jo
dirigiendo una escuela muy especial para niños junto a su marido.
Beth (Isabel) es patológicamente
tímida. Tiene que vencer una timidez que
no la permite formar parte de la sociedad. El Sr. Lawrence, que ha perdido una
hija, regala a Beth un piano que perteneció a la difunta. En agradecimiento,
Beth borda unas zapatillas para el anciano y se atreve a regalárselas. Un gran
logro para esta niña que no podía asistir a un acto social pero no tenía miedo de asistir a desvalidos, hasta el
punto de que estos la contagian una enfermedad que la debilita la salud y la
expone a coger tuberculosis. Beth muere dejando un vacío enorme en la familia.
Amy (Amada), según dicen todos, peca de egoísmo. En realidad es más práctica que egoísta. Ambiciona ser
una gran pintora, pero cuando se da cuenta de que no es ningún genio se
conforma con optar por un buen matrimonio. Es el personaje preferido por todas
las lectoras competitivas, pues al final de la obra aparenta ser la ganadora,
ya que consigue tanto riqueza como amor.
Pero Amy sólo consigue ganar cuando se arriesga, y pone su corazón por
encima de su afán de riqueza. Rechaza la petición de matrimonio de un hombre
muy rico al que no ama porque piensa que puede tener una posibilidad de casarse
con el chico que realmente desea, que está también convenientemente forrado,
aunque no tanto como el anterior. Así demuestra Amy que no solo es la ambición lo que la mueve.
LOS MARIDOS
Theodore Lawrence, Laurie para los
amigos y Teddy para Jo, es el protagonista masculino de la obra. Nieto del rico
Sr. Lawrence, observa a sus vecinitas desde la ventana de su caserón hasta que
se atreve a hablar con la más decidida de ellas. Aunque se convierte en el
amigo inseparable de Jo, cada una de las hermanas tiene su momento con este
joven. Meg se encuentra con él en una fiesta lujosa y tienen oportunidad de
disertar sobre la vanidad. Beth, más tímida, admira su vitalidad desde lejos,
deseando ser como él. Esto hace que su hermana Jo piense que Beth está
enamorada del joven y se distancie de Laurie con el propósito de cedérselo a su
hermana. Pero es Amy la que se casa con él. Hay quién dice que Laurie en
realidad no ama a Amy sino a la familia March. Él es huérfano, y ha encontrado en los March la familia
que ansía tener. Pero al lector asiduo
de cuentos de hadas no le debería sorprender este final. En un capítulo Laurie se comporta como todo un héroe y salva la vida de Amy, a punto de morir ahogada en un lago helado. En otros, han mandado a Amy a vivir con la Tía March para que no se contagie de la escarlatina que ha
pillado Beth por cuidar a la familia Hummel. Laurie ha prometido visitar a Amy
todos los días para que se la haga más llevadera su estancia en casa de su tía
exigente y cumple su promesa fielmente. Aunque él no se da cuenta de ello hasta el final, es siempre Amy la que le hace quedar como todo un caballero.
John Brooke es el preceptor de
Laurie. Muy educado y gentil, pero muy pobre. Se enamora de Meg en cuanto la
ve, pero no es correspondido inmediatamente. Brooke está presente durante
salidas y excursiones de los jóvenes protagonistas de la obra, y es durante estas
que Meg se da cuenta de que este hombre es moralmente superior a los muchachos
que frecuenta. Brooke también acompaña a la Señora March al frente cuando tiene
que atender allí a su marido enfermo.
Los March quedan muy agradecidos y surge amistad entre el joven preceptor y la
familia. Pero Meg no se decide a aceptar la proposición de matrimonio de John
hasta que la Tía March la advierte de que ni se la ocurra casarse con ese pobre
hombre porque va a ser una desgraciada toda su vida. Al casarse, Meg
efectivamente sufre privaciones, pero lo peor es que su marido no tarda en
dejarla viuda con tres hijos. A partir de ahí, Meg depende de la ayuda que la
dan los demás. En las secuelas Hombrecitos
y Los
Muchachos de Jo los March se
muestran unánimes al recordar a John Brooke como el mejor de todos los hombres
de la familia. Pero cuando Daisy, una de las hijas de Meg, decide casarse con
un huérfano paupérrimo recogido por Jo que pretende ganarse la vida como
violinista, Meg no da su bendición fácilmente. El personaje de John Brooke no
ha sido muy bien tratado en las películas que se han hecho de Mujercitas. No
puedo dejar de decir con gran
indignación que el film de 1994 trata a este personaje de forma
deleznable, representándole como un fatuo insoportable que hasta viste de forma
extravagante cuando lo cierto es que el pobre John no tenía ni para un abrigo
nuevo cuando el suyo ya estaba para reciclar.
Frederick Bhaer es otro hombre culto
y educado pero sin fortuna. Su suerte resulta ser mejor que la de John Brooke,
porque al casarse con Jo, su situación económica mejora. La Tía March deja una
gran finca a Jo, que, con el apoyo de su marido, la convierte en una escuela
para niños. Aunque la descripción de Bhaer en la novela hace recordar a Papá
Noel – es mayor, benévolo, con barba y alemán con acento – en el cine casi siempre
se le ha representado como un extranjero muy interesante y atractivo. En la novela, este hombre nunca deja de apoyar
a Jo y en las secuelas forman un gran equipo. Pero la versión de 2019 no da
importancia a esta complicidad para estresar la independencia de Jo.
LA ÉTICA PROTESTANTE Y LA DONCELLA
CATÓLICA
Esa ambición de las mujercitas por
triunfar en la vida que tanto se admira hoy en día, no era otra cosa que una
manifestación de la ética protestante. Hay que trabajar duro para triunfar en
la vida y eventualmente poder entrar en el cielo, según esta ética.
La familia March era protestante y se
tomaba la religión muy en serio. Vamos a hacer mención aquí del que probablemente
sea el libro más leído por los protestantes después de la biblia.
El
Progreso del Peregrino fue escrito por John Bunyan y publicado por primera vez en
1678. Se trata de una novela alegórica en la que un hombre llamado Cristiano
abandona su hogar para buscar el camino al cielo. Este camino está lleno de
lugares y seres peligrosos que intentan impedir que el peregrino llegue a su
destino. Al menos cuatro de los capítulos de Mujercitas llevan títulos
inspirados en la obra de Bunyan. Son precisamente los capítulos que tratan más
de cerca los defectos que tienen que vencer las chiquillas. Se trata de:
El capítulo 6 Beth
encuentra el Palacio Hermoso
El capítulo 7 El Valle de la Humillación de Amy
El capítulo 8 Jo se encuentra con Apolión
El capítulo 9 Meg visita la Feria de las Vanidades.
La obra de Bunyan, tan importante para el
protestantismo, no es muy conocida por los católicos porque en ella, uno de los
seres que amenaza la salvación de Cristiano es nada menos que el Papa de Roma. Pero
para cuando Louisa May Alcott escribió Mujercitas, los tiempos habían cambiado
y la hostilidad para con los papistas no era tan agresiva como lo fue en el
siglo diecisiete.
De hecho, uno de los personajes de Mujercitas es Esther, la doncella de la Tía March. Esther es francesa y una ferviente católica, y durante la estancia de Amy en casa de su tía, explica a esta niña que el rosario no es un collar sino un instrumento para facilitar la oración. Esther crea una pequeña capilla dentro de un vestidor para Amy, y allí, ante un cuadro de la Virgen, Amy, aunque no se atreve a utilizar un rosario, encuentra consuelo rezando y pidiendo por la salud de Beth. La novela pone así su granito de arena a favor de la paz, poniendo la bondad de las personas por encima de la lucha por el poder religioso.
Espero que estos apuntes no resulten solo anacrónicos y que sirvan para comprender la obra de Alcott y la historia mundial algo mejor, así como para recordar que la bondad también cuenta.
Tuesday, 27 October 2020
Snap Dragon / ¡Muerde, Dragón!
Thursday, 22 October 2020
Three Pumpkins and The Bad Thing / Tres Calabazas y La Cosa Mala
I quit publishing because I was upset and angry and now I'm back because I'm even more upset and much angrier. And this is in great part due to the bad thing. On this I have written some verses, published here and today for the first time in English, with a much similar version in Spanish below.
Dejé de publicar porque estaba molesta y enfadada y ahora vuelvo a publicar porque estoy todavía más molesta y enfadada. Y esto es en gran parte debido a la cosa mala. Sobre esta he escrito unos versos en español con una versión similar en inglés. Se publican ambas versiones por primera vez hoy y aquí. Hay que bajar un poco para verlos, pero ahí abajo están, en verde esperanza.
THE BAD THING
There’s three pumpkins in my patch.
I know that this isn’t much.
But they would do nicely,
If it weren’t precisely
For the bad thing.
Pumpkin One is big and
looking mean.
Wearing a defiant grin,
It’s spoiling for a
fight
That it cannot win tonight.
Oh, I know why they feel
bad!
With a candle in their
bellies,
Their flames willl quiver just like jellies,
In the darkness of my living room,
Curtains drawn - Ah, the gloom! -
Instead of neath a full, blue moon!
Hallows’ Eve will be here soon,
But haunt your house,
Be not man, be mouse!
You’ll be safer if you hide
Than going out for a ride
Or a stroll
This fatal fall.
For there’s a bad thing in the air.
An open mouth is its favorite lair.
Someone speaks and you’ll
stop breathing,
Someone breathes and you’ll
stop speaking!
Don’t you ask strangers for
candy,
Or else you may have to
bandy
With the bad thing that lurks out
there,
Bad enough to raise one’s
hair!
Do not touch a stranger’s
fingers,
For the bad thing also lingers
On their tips,
And slyly creeps
To your nose or to your
lips
And from there it swiftly
slips
Deep in your inside.
Better not to go outside!
My three pumpkins I will
place
Where only I admire their face.
With heavy heart I’ll bar my door,
Make no creaking on the
floor,
Curtains draw and lights
dim,
And pretend I am not in.
But all night long I’ll sit and croon,
Thinking of the full blue
moon,
Hoping it will grant a
boon,
Trying hard to cast a spell
To send the bad thing back to hell,
Where it belongs, so
nevermore
Will it darken a friendly door.
LA COSA MALA
Tres calabazas hay en mi
calabazal.
Sé que son pocas, pero no
estarían mal
Si no fuese por la cosa mala.
Una calabaza es muy grande
y está enfadada,
Busca bronca, muy confiada,
Pero por mucho que quiera
pelear,
Esta noche la batalla aun no
va a poder ganar.
Dos y Tres son chiquitas,
con cara triste,
No es por algo que hiciste
o dijiste.
Es por la cosa mala.
Con velas en su interior
pronto luz darán,
Mas en la noche de ánimas no
iluminarán
El camino por el jardín a
mi puerta.
Encerradas en mi salón se
encontraran.
Por las ventanas ni
siquiera se asomarán,
Pues las persianas bajadas
estarán,
Por culpa de la cosa mala.
¡Ay que pena y que dolor!
¡Esto sí que es un horror!
Horrible es la cosa mala.
Esta noche no salgas, el
valiente no te hagas,
Que te espera ahí
fuera
La cosa mala.
Harás bien en tener por
cosa muy cierta
Que su guarida preferida es
una boca abierta.
Alguien habla, y tú dejas de respirar.
Alguien respira, y tú dejas
de hablar.
En las puntas de los dedos
también gusta habitar
La cosa mala.
Y por ellos se desliza
traicionera para tus adentros penetrar
Y contigo acabar.
Sí, la cosa mala.
Por su culpa no habrá
chuches, ni trato que valga.
¡Pobre, ay pobre, del que a
pedir salga!
Se la va a jugar.
Por el vecindario es mejor
no deambular.
Sólo vuestra casa conviene embrujar.
Y por eso mis calabazas,
que tres he dicho que son,
Sólo iluminarán mi pequeño salón,
Encendidas, aunque algo apagadas,
Más no del todo descorazonadas
Pues tras las cortinas
bajadas,
Entonaré muy bajito
Para no hacer ruidito,
Que traicione mi presencia,
Con esperanza y paciencia,
Ahí en mi salón,
A la luna azul una canción.
Y pediré con mi canturreo
A esta luna un deseo.
Intentaremos con un
hechizo, mis calabazas y yo,
Devolver la cosa mala al infierno del que salió,
Para que nunca más pueda
Cerrar una puerta amiga.
Buena noche te deseo, y que el cielo te bendiga,
Aquí acaba está
canción.
¡Hasta mejor ocasión!
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